Viajando por las noches, recorriendo los pasillos
Húmedos de los deseos, abandonados en un desván.
Recorrí mi cuello, mis clavículas poco notables, temblaban,
Con la misma delicadeza del aire, con los ojos cerrados y la boca
Húmeda, me sumergí en un mar de imágenes solemnes,
Recostada en la hamaca de la casa sola en la playa mía, me pude hayan
Dueña de mis propios pasos, me senti por un hija del viento
Tropical, hermana de las palmeras, parte de la arena.
El vaivén de mis caderas anchas me hacían pensar que dentro mío, había un festín,
Que se llamaba libertad, y que la invitada de honor era yo misma, tan enamorada
De cada espacio de aquel lugar extraordinario y perfecto.
Pareciese como si de pronto, hubiese tomado la forma
De un caracol de mar, era yo en mi casa, era yo en mi centro, yo dueña
De mi cuerpo, robusto, joven, con olor a vainilla, de los labios carmín que abrazaban
Mi sonrisa coqueta, o el canto que de mi boca inexperta emanaba.
Despacito, sentí que un huracán había arrastrado mi ser, y me elevé por el cielo, con las nubes
Haciendo el amor conmigo, no dije nada, no había tiempo, era tan maravilloso
El momento a solas, el aire se escapó de mis manos, y así me quede dormitando sobre una cama de hojarascas con colores cálidos.
Tan plena, tan mia, tan sola, tan feliz.
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